Qué hacer en El Djem, el anfiteatro mejor conservado de África

El Djem es conocido por ser el hogar de uno de los anfiteatros romanos mejor conservados del mundo. Este majestuoso monumento, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, te transporta al esplendor del Imperio Romano, cuando las multitudes se daban cita para disfrutar de las peleas entre gladiadores. Te contamos todo lo que puedes hacer en El Djem: desde recorrer el emblemático anfiteatro hasta descubrir los secretos mejor conservados de la región en el museo de la ciudad.

Visitamos El Djem como parte de nuestro itinerario de 10 días recorriendo Túnez por libre. Llegamos desde la región de los ksour, y aprovechamos el camino para visitar las casas trogloditas en Old Matmata. El tiempo de coche es de casi cinco horas, así que nos levantamos muy temprano para aprovechar el día al máximo.

El Anfiteatro de El Djem, también conocido como el Coliseo de Thysdrus, es uno de los monumentos más imponentes y mejor conservados de la época romana en África. Data del siglo III d.C. y es testimonio del esplendor y la ambición del Imperio Romano en sus provincias africanas.

El anfiteatro de El Djem desde dentro.

El anfiteatro fue construido alrededor del año 238 d.C., durante el reinado del emperador Gordiano I. En aquel tiempo, la ciudad de Thysdrus (nombre romano de El Djem) era un próspero centro de comercio y producción de aceite de oliva, que jugaba un papel significativo en la economía del Imperio Romano. Inspirado por el famoso Coliseo de Roma, el anfiteatro de El Djem fue diseñado como símbolo del poder y la grandeza de la región.

Podía albergar entre 30.000 y 35.000 espectadores, lo que lo convierte en uno de los anfiteatros más grandes del mundo romano, solo superado por el Coliseo de Roma y el de Capua. Mide aproximadamente 149 metros de largo, 124 metros de ancho y 36 metros de alto, con el diseño elíptico característico. El edificio incluía un elaborado sistema de túneles subterráneos, usado tanto para guardar a los animales salvajes como por los gladiadores para prepararse para la pelea.

Vista exterior del anfiteatro.

Tras el declive del Imperio Romano, el anfiteatro fue reutilizado como fortaleza en el siglo VII durante las invasiones árabes. Más tarde, se convirtió en una cantera de piedra para construir viviendas en la zona y, entre otros, la sagrada Mezquita de Kairuán.

El anfiteatro no tiene un parking específico, pero puedes aparcar en cualquiera de las calles de alrededor. Nosotros tuvimos suerte y lo dejamos justo en frente. Abre de 7:30 a 17:30 en otoño e invierno, y hasta las 18:30 en verano y primavera. El precio es de 12 dinares (3’6€), e incluye un museo del que luego te hablaremos.

La fama del anfiteatro de El Djem está más que justificada. No me esperaba que estuviese tan bien conservado, y que me consiguiese trasladar inevitablemente a la maravilla de Roma. Además, aquí no hay ninguna restricción. Puedes recorrer absolutamente todos los rincones que están en pie, bajar a la arena, e incluso explorar las partes subterráneas donde los gladiadores se preparaban para la pelea y los animales eran guardados antes de ser liberados en la superficie.

Nosotros lo visitamos en noviembre, así que, pese a que había algún turista más, tuvimos la suerte de verlo bastante solos. No sabemos cómo estará en otros meses. Dedicamos sobre una hora a recorrer todas las partes del anfiteatro.

Como decía, con la entrada del anfiteatro puedes acceder al Museo Arqueológico de El Djem, a algo menos de un kilómetro de distancia. Al estar en las afueras hay sitio de sobra para aparcar en la calle de en frente. Abre de 8:00 a 18:30 todos los días.

Uno de los puntos más destacados del museo es su excepcional colección de mosaicos romanos, considerados entre los mejores conservados del mundo. Estas coloridas obras de arte, que decoraban los suelos de las villas romanas, representan escenas mitológicas, paisajes y elementos de la vida cotidiana. Entre los más destacados se encuentran los mosaicos que ilustran escenas de caza, banquetes y figuras de dioses romanos, lo que revela el lujo y la sofisticación de las élites locales durante la Antigüedad.

Sala de mosaicos del Museo Arqueológico de El Djem.

El museo también exhibe otros objetos, como cerámicas, monedas, utensilios domésticos y fragmentos arquitectónicos, que narran la vida en esta región y sus tradiciones durante el período romano.

Si disfrutas viendo mosaicos, este sin duda es tu museo. Si consideres que ya has visto suficientes, tiene poco más que ofrecer. Aunque es cierto que hay algún que otro objeto y partes de esculturas, su principal atractivo son los «puzles» de la época. Están bien conservados y el edificio es bonito, por lo que recomiendo visitarlo si ya has ido al anfiteatro y tienes todavía un poco de tiempo para dedicar a El Djem. Nosotros estuvimos una media hora dentro.

Patio en la entrada al Museo.

Además del propio museo, su jardín esconde las ruinas de una antigua villa romana. Pese a estar bastante deteriorada, es agradable para dar un pequeño paseo.

Más allá de estos dos lugares, El Djem tiene poco que ofrecer turísticamente hablando. Hay alguna ruina más, como los restos de un hipódromo o de un antiguo anfiteatro, pero, además de que queda poco, está muy descuidado y con basura. Por eso, vistos los dos puntos principales pondría rumbo a la siguiente parada. En nuestro caso fue Monastir, la primera ciudad Mediterránea que visitamos en Túnez.

Esto ha sido todo sobre El Djem. Como siempre, cualquier cosa en los comentarios!

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