Visitar Sbeitla, Dougga y El Kef. De Túnez capital al desierto

En el camino desde ciudad de Túnez hacia el desierto del Sahara te toparás con varios puntos en los que merece la pena detenerse. Te venimos a hablar tres de ellos, dos ruinas romanas, Dougga y Sbeitla, y un pueblo que mantiene una esencia tradicional, El Kef. Te contamos qué hacer en cada uno, los mejores puntos, horarios, precios o dónde comer en El Kef. Empezamos, visitar Sbeitla, Dougga y El Kef!

Si estás recorriendo o vas a recorrer Túnez por libre, es bastante probable que aterrices en la capital y tengas intención de llegar hasta el sur, donde se encuentra la zona más desértica del país, con pueblos tradicionales, escenarios de Star Wars, los ksar bereberes o casas trogloditas.

El ksar Ouled Soltane, parte de la ruta de los ksar.

Desde Túnez hasta Tozeur, donde comienzan las dunas y los paisajes marcianos, hay seis horas y media en coche. La parte buena es que no es necesario hacerlo del tirón, sino que podrás hacer varias paradas muy chulas. Si tienes el tiempo necesario, te recomendamos además que hagas noche en una de ellas, para poder tomarte el día con más calma. La oferta hostelera no es enorme, pero alguna opción hay.

Nosotros nos levantamos bien temprano en Túnez, fuimos a Dougga, luego a El Kef, y de ahí a Sbeitla, donde hicimos noche para visitar las ruinas a la mañana siguiente. Esta ruta ya te llevará cinco horas de coche, por lo que aún sin requerir demasiado tiempo cada punto, es complicado visitar los tres en un solo día. Además de Dougga y Sbeitla, hay un tercer complejo de ruinas romanas en Maktar, que se ubica entre ambas. Leímos sobre los tres y es el más «flojo», así que decidimos prescindir de la parada para no gastar más tiempo del que habíamos previsto.

Dougga se ubica a 1:45h de la capital de Túnez, unidos por una carretera en buen estado en la que los protagonistas indudables son los olivos. Hay un peaje que te recomendamos coger, te ahorrarás 20 minutos y cuesta 30 céntimos. Dado que en el camino hay poca cosa, hicimos el tramo sin paradas. Llegamos poco antes de las diez de la mañana, pagamos los 8 dinares que cuesta acceder al recinto (2’4€) y comenzamos la visita. El horario es de 8:30 a 17:30.

Dougga.

Las ruinas de Dougga son uno de los sitios arqueológicos mejor conservados del norte de África, lo que lo convierte en un testimonio impresionante de la grandeza de la civilización romana en esta región. Su historia se remonta al siglo II a.C., cuando la ciudad era conocida como Thugga, un asentamiento númida antes de la llegada de los romanos. Con la anexión romana en el año 46 a.C., Dougga floreció como un importante centro administrativo, comercial y cultural.

Durante el apogeo del Imperio Romano, Dougga se convirtió en una ciudad próspera gracias a su estratégica ubicación en una fértil región agrícola, ideal para la producción de aceite de oliva, cereales y vino. Además, la ciudad se dotó de magníficas infraestructuras públicas y privadas que reflejaban la riqueza de sus habitantes. Aunque la actividad en la ciudad comenzó a decaer con la caída del Imperio Romano, Dougga permaneció habitada hasta el período islámico temprano.

Teatro de Dougga con el Capitolio de fondo.

En la actualidad, Dougga es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1997 debido a su excelente estado de conservación y a su capacidad para ofrecer una visión auténtica de la vida cotidiana en una ciudad romana. Entre sus restos se pueden explorar templos, teatros, baños termales, un foro y numerosas casas, cada uno de los cuales narra una parte de su rica historia.

Pese a que no me declaro un gran seguidor de este tipo de visitas, tanto Dougga como Sbeitla me sorprendieron gratamente. Tienen zonas muy bien conservadas, calzadas romanas que se siguen utilizando para conducir a los visitantes a los atractivos del complejo y bonitos alrededores.

Además, algo común en todo Túnez es que no suele haber zonas restringidas dentro de los monumentos. Es decir, una vez entres a Dougga, puedes visitar, pisar, tocar o subir a donde tu quieras. Te contamos un poco sobre lo que puedes ver si decides incluir estas ruinas romanas en tu itinerario.

El Capitolio
Este majestuoso templo dedicado a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) es el emblema de Dougga. Construido en el siglo II d.C., el Capitolio no solo servía como lugar de culto, sino también como símbolo del poder político y religioso de Roma en la región.

Capitolio de Dougga.

El Teatro Romano
Con capacidad para unos 3.500 espectadores, el teatro era un espacio central para el entretenimiento y las representaciones teatrales. Construido en el año 168 d.C., ofrecía a los habitantes espectáculos que iban desde tragedias y comedias hasta eventos políticos y culturales. Está muy bien conservado, de lo mejor de la visita.

Teatro de Dougga.

Las Termas Licinianas
Estas termas públicas eran un lugar de relajación, higiene y encuentro social. Divididas en salas de agua fría, templada y caliente, reflejan la sofisticación de la ingeniería romana y la importancia del bienestar colectivo. Se puede entrar y perderte brevemente por sus laberínticos pasadizos.

Las termas de Dougga.

El Foro
Centro neurálgico de la vida cívica, el foro de Dougga albergaba actividades comerciales, administrativas y ceremonias públicas. Está rodeado de columnas y restos de edificios oficiales, mostrando la vitalidad económica de la ciudad.

El Mausoleo Libio-Púnico
Este monumento funerario único, que data del siglo II a.C., es un vestigio del pasado númida de Dougga. Mezcla elementos arquitectónicos púnicos y helenísticos, lo que lo convierte en una rareza en el mundo romano. Aún se conservan lápidas y tumbas.

Las casas romanas
Varias viviendas se conservan, como la Casa de Dionisos y Ulises, con mosaicos de gran calidad. Estas casas permiten vislumbrar el lujo y la vida doméstica de las familias romanas adineradas.

Ruinas de las casas romanas.

El Arco de Septimio Severo
Este arco triunfal, dedicado al emperador Septimio Severo, es un recordatorio de la conexión de Dougga con la autoridad imperial. Sirvió como un punto de entrada ceremonial a la ciudad.

Arco de Septimio Severo.

El criptoportico (túnel subterráneo)
Este tipo de estructura es común en las ciudades romanas y servía para varias funciones. En el caso de Dougga, el túnel está ubicado bajo la plaza del foro y era utilizado principalmente como almacén y espacio de apoyo para las actividades que se desarrollaban en la superficie.

Pasamos aproximadamente una hora y media explorando todo el complejo de Dougga. El tiempo recomendado para recorrerlo suele variar entre una y dos horas, dependiendo de cuánto te detengas en cada punto. A la entrada encontrarás guías locales que ofrecen sus servicios, aunque la mayoría solo domina bien el árabe y el francés. Si no hablas ninguno de estos idiomas, la comunicación suele limitarse a un inglés básico. Nosotros optamos por visitarlo por nuestra cuenta.

La siguiente parada del día fue El Kef, a una hora de camino desde Dougga. El Kef tiene una larga trayectoria histórica que se remonta al periodo púnico y númida, siendo un importante centro para las civilizaciones que se asentaron en la región. Durante la era romana, la ciudad adquirió notoriedad como Sicca Veneria, un lugar dedicado al culto de la diosa Venus. Su posición estratégica, cerca de las montañas y la frontera, la hizo un bastión clave en la defensa del territorio.

Vistas de El Kef desde La Kasbah.

En la época otomana, El Kef floreció como un importante centro administrativo y cultural. Muchos de los edificios históricos que se ven hoy, como la kasbah y las mezquitas, datan de este período. Incluso en la época moderna, El Kef desempeñó un papel principal en la historia tunecina al ser un refugio durante la lucha por la independencia, sirviendo como la capital provisional de Túnez durante la Segunda Guerra Mundial.

Dedicamos poco más de una hora a conocer los principales atractivos de El Kef. Aparcamos el coche al lado de La Kasbah, en lo alto de la ciudad. Desde allí visitamos la fortaleza y bajamos a recorrer algunas calles de la medina. Si no quieres tener que subir a recoger el coche, puedes bajar hasta la medina y dejarlo en alguna de las calles de alrededor. Por lo que vimos no hay ningún problema de aparcamiento y es gratuito.

La Kasbah
Esta fortaleza otomana del siglo XVII, situada en la cima de la ciudad, es uno de los principales atractivos de El Kef. Desde sus murallas, se puede disfrutar de impresionantes vistas panorámicas del valle y los alrededores. En su interior, la kasbah refleja la importancia militar de la ciudad durante la época otomana.

La Kasbah de El Kef.

La puerta está en el punto que te dejamos aquí. Aunque parezca cerrada, solo tendrás que empujarla. La entrada es gratuita y, en nuestra opinión, es lo que más vale la pena de la ciudad.

La Basílica de San Pedro
Un vestigio del pasado romano y cristiano de la ciudad. Esta basílica es uno de los pocos ejemplos de arquitectura cristiana temprana en Túnez, destacando por su diseño y su simbolismo religioso. Está construida sobre los restos de un antiguo capitolio romano, y se encuentra totalmente en ruinas.

La medina, callejuelas y casas blancas
Pasear por El Kef recuerda, salvando las distancias, a los pueblos mediterráneos, con calles estrechas, casas encaladas y puertas y ventanas azules. La parte mala es que está muy descuidado y lleno de basura, lo que le quita mucho encanto y provoca algún que otro mal olor.

Calle de la medina de El Kef.

Aún así, si llegas hasta aquí creo que merece la pena dedicar al menos 30 minutos a recorrer alguna de sus calles. También hay un pequeño zoco repleto de tiendas, aunque estaba prácticamente todo cerrada cuando estuvimos nosotros. Empieza en la calle que sale hacia abajo desde la sinagoga El Ghriba.

Entre La Kasbah y la Sinagoga encontrarás el Mausoleo de Sidi Ali Turki, personaje que, según las tradiciones locales y relatos populares, se le atribuyen varias funciones dentro de la comunidad como líder espiritual y guía místico. Son características sus cúpulas blancas, y, que sepamos, no está permitido el acceso.

El zoco de la ciudad.

El Museo de las Artes y Tradiciones Populares
A las afueras de El Kef está el Museo de las Artes y Tradiciones Populares, ubicado en un edificio histórico, y que ofrece historia de las costumbres y el folclore de El Kef y sus alrededores, mostrando trajes tradicionales, herramientas y objetos de la vida cotidiana. Cuando visitamos la ciudad estaba cerrado temporalmente.

Más allá de la visita a los principales atractivos de El Kef, aprovechamos la parada para reponer fuerzas y probar por primera vez la comida tunecina. Hicimos esta ruta en el primer día del viaje por Túnez, por eso que no la hubiésemos probado antes!

Vistas del Mausoleo Sidi Ali Turki desde La Kasbah.

Teníamos miradas dos opciones en la zona de la medina, Restaurant Chef Fatima y Day Alyssa. Resultó que no eran restaurantes como tal, sino que eran casas de locales donde las mujeres ofrecían una comida tradicional a los turistas. Por eso, si llegas a los puntos marcados en maps no esperes ningún cartel, sino que tendrás que llamar a la puerta o esperar a que alguien se asome.

En nuestro caso, fuimos a Chef Fatima y se asomó su hijo, que llamó a su madre. Nos comentó que estaba todo reservado en los próximos ¡3 días! así que, si quieres vivir la experiencia, tendrás que ponerte en contacto con ella. En maps aparece un número al que puedes escribir por Whatsapp. Es un menú cerrado, bastante caro para ser Túnez, de entre 20 y 30€ por persona. Eso sí, las reseñas son realmente buenas.

La alternativa que escogimos fue Le Petit Bateau, ya en las afueras. Es un sitio muy agradable decorado con antigüedades. ¡Ojo! Te avisamos como suele funcionar la comida en Túnez, porque en esta primera experiencia no dábamos crédito a la situación. Nos sentamos y nos dijeron que de la carta solo había escalope, macarrones y cuscús. Cada uno pedimos un plato, y nos trajeron de entrante sopa, de primero un plato con un brick, pasta, ensalada y una especie de pisto, y luego el plato principal que habíamos pedido acompañado de macarrones o cuscús. Sí, acompañaban el plato principal con los otros platos principales, un sin dios. Y todo eso por persona, así que imagínate la comida que sobró. Ah, y pagamos 5’5€ cada uno con bebida. El restaurante te lo recomendamos, partiendo de que la comida tunecina no fue ni mucho menos mi favorita.

Parte de la comida en Le Petit Bateau.

Justo al lado de Le Petit Bateau hay una cafetería con una terraza muy agradable, en la que nos sentamos antes de continuar camino a Sbeitla.

Sbeitla fue la última parada de nuestro primer día recorriendo Túnez. Se ubica a dos horas de El Kef, recorridos por una carretera en perfecto estado. Dado que llegamos justo cuando estaba anocheciendo, tuvimos que dejar la visita para el día siguiente, cosa que ya habíamos previsto.

Las ruinas de Sbeitla representan uno de los sitios arqueológicos más impresionantes y mejor preservados del país. Esta antigua ciudad, conocida en tiempos romanos como Sufetula, fue fundada en el siglo I d.C. durante el reinado del emperador Vespasiano. Su desarrollo estuvo estrechamente ligado a la producción agrícola, especialmente al cultivo de cereales y olivos, que convirtió a Sbeitla en una ciudad próspera gracias al comercio en el vasto Imperio Romano.

Sbeitla.

Sbeitla no solo fue un importante centro económico, sino también un lugar con una rica vida cívica y religiosa, como se refleja en su monumental arquitectura. La ciudad continuó habitada hasta el siglo VII, cuando las invasiones árabes marcaron el inicio de su declive. A pesar de ello, algunos restos de la época bizantina, como iglesias y fortificaciones, muestran que siguió siendo un enclave relevante incluso en los últimos años del Imperio Romano de Oriente.

Hoy en día, Sbeitla es una ventana al pasado que permite explorar el esplendor del urbanismo romano y las transformaciones culturales que sufrió la región con la llegada del cristianismo y, posteriormente, del islam. Su legado está protegido como uno de los destinos históricos más importantes de Túnez.

Como ya comentaba en el apartado de Dougga, Sbeitla me sorprendió gratamente. El Foro y Los Templos Capitalinos están muy bien conservados, lo que hace que teletransportarte a la época en la que todo aquello estaba en funcionamiento sea posible. La puerta de acceso está justo en frente del Museo Arqueológico de Sbeitla, también incluido en la entrada de 8 dinares (2’4€). Aunque se puede ver desde fuera, recorriendo la carretera P-13, vale totalmente la pena entrar. El complejo abre todos los días de 8:00 a 17:30.

El Foro y los Templos Capitolinos
El corazón de Sbeitla es su impresionante foro, un amplio espacio rodeado por tres templos dedicados a la tríada capitolina: Júpiter, Juno y Minerva. A diferencia de otras ciudades romanas, aquí los templos están separados, lo que refleja la riqueza y la singularidad del diseño urbano de Sbeitla. El foro era el centro político, religioso y comercial de la ciudad, donde se llevaban a cabo reuniones y ceremonias importantes.

Los Templos Capitolinos.

Es sin duda el gran tesoro de Sbeitla. Además, como es común en Túnez, podrás subir y recorrer los tres sin ningún tipo de restricción.

El Arco de Diocleciano
Este arco triunfal, construido en honor al emperador Diocleciano, marcaba la entrada monumental a la ciudad. Sirvió como símbolo de la lealtad de Sbeitla al emperador y del prestigio de la ciudad dentro del imperio. Se ubica en el extremo derecho si miras la entrada de frente.

El Arco de Diocleciano.

Las Termas Públicas
Las termas eran espacios esenciales para la vida social y el bienestar de los habitantes. En Sbeitla, las termas conservan salas de agua caliente, templada y fría, además de sistemas de calefacción subterránea (hipocausto), que demuestran la sofisticación de la ingeniería romana.

El Teatro Romano
Aunque más pequeño que en otras ciudades, el teatro de Sbeitla fue un lugar clave para el entretenimiento y las reuniones públicas, donde se representaban obras de teatro y discursos. Está completamente restaurado para su uso en la actualidad.

Teatro de Dougga.

Las Iglesias Bizantinas
Tras la llegada del cristianismo, Sbeitla se convirtió en un importante centro religioso. Las ruinas de iglesias como la Basílica de San Vital o la Basílica de Bellator son un testimonio de esta transición. Estas estructuras incluyen mosaicos y baptisterios que muestran la fusión de las tradiciones romanas y cristianas.

Las Puertas Monumentales y Vías
Las puertas y las calzadas empedradas que se conservan en Sbeitla reflejan su importancia como un nodo de conexión dentro del imperio. Las vías unían la ciudad con otras regiones, facilitando el comercio y el movimiento de tropas.

Las calzadas se encuentran en muy buen estado y, según nos contó una historiadora con la que hablamos, puedes encontrarte pequeños trozos de cerámicas esparcidos por el suelo.

Calzada romana.

El Puente Romano sobre el Oued Sbeitla
Este puente, aunque parcialmente destruido, conectaba la ciudad con las tierras agrícolas circundantes. Refleja el papel central de Sbeitla en la economía agrícola de la región.

Dedicamos sobre una hora y media a la visita. La superficie que ocupa el complejo es bastante extensa, por lo que solo andar de un punto a otro requiere su tiempo.

Como ya te comentaba, hicimos noche en Sbeitla. Las opciones son muy escasas, así que tendrás que elegir entre un par de sitios. Nosotros dormimos en el Hotel Sufetula, con vistas al complejo arqueológico. La habitación doble cuesta 54€ con desayuno incluido, realmente malo por cierto. La habitación no está mal, pero el hotel es visitado por muchos locales, solo hombres, para fumar y hablar en su bar, lo que hace que el ambiente no sea del todo agradable. También puedes cenar allí, aunque no lo recomendaría. Tiene una piscina por si vas en verano. Por cierto, no lo reservamos con antelación, ya que si lo coges in situ te puedes ahorrar unos 4€ por persona.

Vistas desde la terraza de nuestra habitación en el Hotel Sufetula.

La otra opción está justo al lado, el Hotel Byzacene. Sus características y precios parecen similares al Hotel Sufetula, aunque no tiene vistas directas a las ruinas romanas y no se puede reservar por Booking. Mi opinión en este caso es que mejor malo conocido que bueno por conocer, así que me quedaría con el primero, del que hay más referencias.

Como la cena del hotel tenía mala pinta, nos fuimos a explorar el pueblo a ver qué encontrábamos. Nos acabamos sentando en The One Coffe, un sitio tipo occidental que nos pareció un gran descubrimiento. Cenamos un crêpe salado y otro dulce, por 5€ cada uno con bebida. Nos arrepentimos de no haber cogido el hotel sin desayuno y haber vuelto aquí por la mañana.

Cena en The One Coffe.

Y hasta aquí la información sobre Dougga, El Kef y Sbeitla, los mejores lugares para parar en tu ruta desde la capital de Túnez al desierto. Como siempre, cualquier duda en los comentarios!

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